Existen muchos caminos para lograr que un niño duerma. Pero casi todos, sin embargo, funcionan más para lo que el adulto necesita que para ayudar realmente al niño.
María Montessori era enfática cuando decía que los adultos obligaban a los niños a dormir, mucho más para su propio descanso que para beneficio de estos.
Ella lo podía decir porque desarrolló un método que al darle libertad al niño y quitar los obstáculos para el desarrollo, mejora las noches de todos ❤️.
En este texto vamos a ver cómo la libertad del niño es la clave para dormir mejor.
Nuestras decisiones sobre la vida del niño deberían siempre partir desde un profundo sentido de libertad que es:
Libertad para hacer todo lo que es importante para su desarrollo y favorable a su vida.
Montessori defendía que es responsabilidad del adulto proteger al niño de malas elecciones, y al mismo tiempo darle las condiciones para que pueda elegir entre opciones positivas.
Entonces, para que pueda dormir bien, el niño necesita una vida libre de obstáculos que impiden su desarrollo para que, libre de angustia, se pueda relajar y descansar en paz.
Primer paso a la libertad: Ambiente preparado.
Para que pueda dormir tranquilo, el niño necesita saber que su ambiente está disponible siempre, durante el día y cuando tenga sueño, y que el mundo es amigable.
La cuna es un enemigo del sueño, porque es una excelente cárcel cerrada por barrotes a donde el niño va preso cada noche.
No debería sorprendernos cuando se pasa la noche llorando para salir de ahí.
En Montessori, usamos colchones en el piso (o casi) hasta una edad en la cual el niño se pueda subir a la cama sin problemas.
Así, da su primer paso a la libertad.
Por supuesto todos los ambientes de la casa deben ser preparados también. Pero de eso hablaremos en otros artículos.
Segundo paso: Rutina estructurada.
Para algunos adultos, la rutina es un lugar cómodo. Para otros es un castigo. Para el niño, es una forma de libertad frente a lo confuso, lo imprevisible, lo incierto.
La rutina es importante en general, pero sobre todo al despertar y antes de dormir.
Especialmente un par de horas antes de dormir, vale la pena empezar a bajar las revoluciones.
Evitar saltos, cosquillas y sobre todo pantallas 😅.
Una opción puede ser leer libros y dar contacto, abrazos, masajes, conectar de forma tranquila ❤️.
Evitar transmitir nuestra ansiedad de que se duerma rápido, y por ahí quien sabe lograr desprendernos de esa ansiedad realmente.
Parece irónico pero la mejor ayuda al sueño es descansar antes de dormir.
Si le sumamos también una rutina al despertar, el niño duerme mejor, porque sabe qué esperar al día siguiente, y no se sumerge en lo desconocido sino que hace una breve pausa, sabiendo exactamente qué va a pasar cuando vuelva.
Tercer paso: Independencia.
Cuando el niño finalmente va a la cama, o lo llevamos, a veces necesita que lo acompañemos, puede ser que nos acostemos en su cama, que sostengamos su mano, o simplemente que estemos cerca en una silla por ejemplo.
Podemos alejarnos poco a poco hasta que ya no nos necesiten.
Algunos niños se duermen solos, sin soporte de un adulto, espejo o libros ayudan.
Otros necesitan que les contemos un cuento, o cantemos o simplemente conversar.
Otros lloran. Y si todo está “ok” entonces solo necesitan que acompañemos con contacto físico suave, dejando claro que entendemos y que estamos disponibles el tiempo que sea necesario.
La regla de oro: Señales y alegría
Un niño muestra señales cuando tiene sueño.
La rutina es imprescindible, pero la mejor forma de armar esa rutina es a partir de la observación de esas señales.
Podemos ver en qué períodos del día el sueño aparece y en función de ellos armamos la rutina. Si necesitamos cambiar el horario de la siesta o de la noche, todo bien, pero lo hacemos poco a poco.
Hay montones de recomendaciones en cuanto a tiempos y horarios ideales para dormir.
Pero hay un termómetro que es mucho mejor que cualquier recomendación.
La alegría y el bienestar.
Si se duerme tranquilo y se despierta feliz y con energía. Está durmiendo lo que necesita.
Y por último el sueño es un tema personal. Los adultos dormimos diferente, los niños también.
Lo que necesitamos, como siempre recomienda Montessori, es observar y aprender, mirar al niño no como alguien que necesita ser ayudado y sí como alguien que necesita ser liberado de los Obstáculos que nosotros mismos ponemos en su camino.
El camino para dormir mejor, como el camino para vivir mejor, es la Libertad para desarrollarse de forma saludable.
Seguir al niño es nuestro trabajo más importante, incluso mientras duermen ❤️.
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