1 Ser humilde
Si hay algo que nos cuesta a los adultos es ser humildes, quizás sea porque venimos de una educación en la cual para llegar a mayor conocimiento necesitábamos tener más años🤷
Les suena la frase “sos muy chica para entenderlo”
Ser humilde desde la filosofía Montessori es entender que el maestro verdadero es el niño, que así como no podemos enseñarle a gatear, poniéndole las rodillas en el piso y moviéndole las piernitas, tampoco podemos enseñarle a oler, a saborear y a sentir, y en esas acciones está el verdadero aprendizaje.
2 Aprender a observar
Que no es lo mismo que ver 😅, observar es hacerlo de forma presente, mirar con intención, estar.
No vale decir “si si, te estoy viendo” pero en realidad estar pensando en la cena.
Te acordás cuando nació?
Cuando se miraron por primera vez y entre todo el bullicio de la situación tus oídos se desconectaron? Cuando no querías ni pestañear por las dudas de perderte algo maravilloso, que no sabías que era, pero que estaba pasando justo ahí, enfrente tuyo.
Eso es observar.
3 No subestimar
Cuando un bebé nace depende 100% de nosotros, pero a medida que crece adquiere (demasiado rápido, lo sé) conocimiento y autonomía.
Lamento ser yo quien te lo diga, pero ese ser que tenés enfrente no crece porque tu le decís que lo haga, ni va a dejar de hacerlo si tu se lo ordenas, así que no es necesario que le demos premios por crecer ni que los castiguemos por hacerlo.
Un ejemplo práctico
Cuando un niño camina por primera vez, no necesita nuestros aplausos.
Cuando un niño trepa un árbol por primera vez, no necesita nuestros rezongos.
Lo que necesita en ambas situaciones es nuestra confianza.
4 Preparar el ambiente
Imaginate que llegas a la casa de un gigante, querés entrar, hacés un esfuerzo y lográs abrir la puerta, pero cuando estás adentro está oscuro y aunque ya sabes cómo prender la luz, tenés que pedirle al gigante que lo haga por ti.
Una vez en el lugar y con la luz prendida decidís recorrerlo y conocerlo, al final nunca estuviste en la casa del gigante y todo te parece interesante, hay cosas muy altas que las podés ver pero no las podés tocar y hay otras cosas que están a tu altura, pero constantemente escuchás al gigante diciendo noooooo eso no se toca, noooooo esos no son juguetes, noooooo ahí te podés lastimar.
Te das cuenta entonces que estás de visita, y preferís irte a tu casa, dónde estés más cómoda y puedas hacer tus cosas.
Ahora imagínate que no te podés ir.
Cómo te sentís?
Preparar el ambiente no significa que tengamos que transformar nuestra casa en un salón de clases Montessori.
Es simplemente considerar al niño como un habitante más, que merece poder vivir el lugar, tener sus cosas, sentirse seguro y no tener la necesidad de pedir ayuda todo el tiempo.
5 Dejarte sorprender.
Acá viene lo más difícil 😅 (o lo que más me cuesta a mí)
Parar de vivir en el futuro.
Que si no rola, que todavía no camina, que cuánto falta para que hable.
Saben cómo sigue esto?
Cuánto te falta para recibirte?
Para cuando el casamiento?
Y el bebé?? Apurate que se termina el tiempo.
Déjate sorprender por el momento ❤️
Cuando nuestro hijo caminé por primera vez deseo que tengamos la humildad para ver que lo logró sin nosotros, que estemos presentes para observarlo sin interrumpir, que sienta nuestra confianza y que estemos tranquilos de que no se va a lastimar.
Y sobretodo que podamos maravillarnos sin pensar cuándo aprenderá a correr.