El movimiento y la personalidad

¿Te diste cuenta que cuando un niño se puede mover a su gusto luego se queda mucho más tranquilo?

No estoy hablando de saltar horas en el inflable para que “gaste energía” y se canse.

Esa tranquilidad no tiene que ver con el cansancio, es más bien lo contrario, es una tranquilidad con la energía renovada, es estar en paz.

Y en la infancia estar en paz significa que todas sus necesidades para el desarrollo están cubiertas ❤️.

En el mundo adulto generalmente creemos que la formación de la inteligencia está vinculada a estímulos y oportunidades de ver, escuchar y pensar cosas interesantes.
Y que eso no tiene mucho que ver con el cuerpo.
Quizás cuando leas esto te suene extraño, pero pensemos en nuestras escuelas, con bancos en los cuales debemos permanecer sentados mientras escuchamos a la maestra.
O peor, alguna vez la mayoría de nosotros seguramente ha escuchado sobre la “dificultad de concentrarse” en un niño que “no para quieto”.

María Montessori dice que usamos expresiones como “flor” o “angelito” para hablar de los niños.
Y nos recuerda que las flores no se pueden mover, y los angelitos están en otro mundo donde su vuelo no molesta a los adultos.

Cuando le mostramos algo interesante a un niño, como un perro o el perfume de una flor, no se trata solamente de que huela esa flor o vea ese perro, sino que la imagen del perro o el perfume de la flor se impregnen en su mente, y sea capaz de reconocer esas cosas en el mundo. Apreciar el perfume de las flores, o saber que un animal es un perro aunque sea una raza que jamás vio antes.

“Ver y oír”, nos dice Montessori: “no tiene importancia, pero la personalidad del Ego se forma, crece, goza y se mantiene, viendo y oyendo”.
Y agrega: “un razonamiento análogo puede establecerse para el movimiento (…). Pero el problema fundamental de la vida humana y, por consiguiente, de la educación es que el ego logre animar y poseer sus propios instrumentos motores”.

Montessori nos está diciendo que el objetivo más importante de la vida humana en la primera infancia es controlar los movimientos con la inteligencia.

Lo cual no es poca cosa.

Pocas semanas después de nacer, el niño empieza a intentar dominar sus movimientos, y nosotros permitimos felizmente que lo hagan, mientras está acostado, sin poder sentarse, pero enseguida después empezamos a impedir que ejecute sus movimientos en libertad, al principio forzando posturas a las cuales no pudo llegar solo.

Pero a partir de que el niño camina, empezamos a prohibir ese movimiento.
Sentimos miedo, por él , y por nuestros objetos. Y dejamos que nuestro miedo sea un obstáculo en su desarrollo.

Nuestro miedo funciona como una enorme piedra en el medio de un arroyo.
El cuerpo (movimiento) y la mente (inteligencia) vienen avanzando juntos, la inteligencia comandando lo que el cuerpo ejecuta, y el cuerpo ofreciéndose a la inteligencia como un mecanismo perfecto para conocer el mundo, haciendo llegar al niño todo el ambiente que necesita absorber.
Entonces ese flujo se encuentra con el miedo del adulto. Y como la piedra que obliga al agua separarse para seguir, el cuerpo y la mente se separan.

El cuerpo se queda sin una mente para comandar, y la mente sin alguien que ejecute sus órdenes y le alcance el mundo. Los movimientos del niño se vuelven descontrolados y este se vuelve emocionalmente inestable.
Porque el niño no acepta esa separación y sabe que necesita retomar su desarrollo, entonces empiezan los conflictos constantes con el adulto, y el cansancio, y aumenta la inestabilidad emocional y los movimientos son cada vez más aleatorios.

Entonces si rompemos ese ciclo y somos capaces de ofrecer oportunidades (más allá de nuestro miedo) para que la mente y el cuerpo se encuentren, eso va a pasar.

Podemos por ejemplo invitarlo a hacer agujeros en la tierra para plantar, a lavar los platos, a colgar la ropa. Actividades atractivas para el niño van a llevar su atención al movimiento, y permitir que su mente se reencuentre con su cuerpo

Probalo.

Al principio vas a notar una sutil mejoría, y luego una firme recuperación de control físico y de la estabilidad emocional.
Eso en un niño libre.
Libre para crearse a sí mismo, en acción.
Y cuando eso ocurre, el equilibrio se instala y su Ego tiene la oportunidad de formarse en paz.

Si te pareció interesante este texto y te quedaste con ganas de saber más, te cuento que en unos días vas a tener la oportunidad de acceder a textos y videos con información detallada de cómo trasladar Montessori a tu casa, y ordenada de forma que puedas recurrir a lo que necesites según el momento en el que se encuentren como familia.

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