“El primer movimiento de la pequeña mano hacia las cosas, el impulso de este movimiento, representa el esfuerzo del yo por penetrar en el mundo”.
María Montessori
Cuando nació Julia nacieron con ella muchas otras cosas. Hasta ese día mi acercamiento a la maternidad era más bien un alejamiento de la realidad, me había ocupado en los meses previos de buscarle ropita, de armar la decoración de su cuarto (que nunca se terminó) y de imaginar situaciones de cuentos como la mamá sentada en la mecedora con el bebé dormido en los brazos.
No está demás decir que no fue así, Julia nació 2 meses antes en una cesárea de emergencia que no vimos venir y no caí de que ya estaba en el baile (y de lo grave que era) hasta que estuve en el quirófano. Ese día empezamos a crecer las dos.
A Julia la vimos dentro de una encubadora por casi un mes y nos empezaron a sorprender cosas que para otros quizás pasan desapercibidas. A las dos semanas de nacer vimos como de un momento a otro empezó a chupar!!! algo tan básico como chupar se aprende en la panza pero en la semana 34 de gestación, Julia nació en la 32.
Esa es la primera experiencia que recuerdo en mi vida de entender que las cosas están en nuestro interior y que tienen que madurar.
Julia me mostró con ese tete dentro de una encubadora que hay que respetar los tiempos y aprender a ser primero observador y luego partícipe del crecimiento de nuestros hijos.
Ahí fue cuando empecé a seguir a mi hija, cuando estuvo en casa fue cuando pudimos ver que lo natural era tenerla en brazos colgada como un monito y durmiendo en nuestra cama, no solamente porque ella duerme mejor y así descansamos todos, sino porque al tenerla cerca sentimos todas las noches su calorcito y ella siente el nuestro. Cada mañana ella se despierta con una sonrisa, eso me hace saber que lo estamos haciendo bien, y al saber que siempre vamos a estar, se hace cada día más independiente y más segura.
Siguiendo a Julia, un día se empezó a mover más, a estar más atenta al mundo y a intentar agarrarlo con sus manitos (y llevarselo a la boca también). Buscando darle lo mejor, fue cuando me encontré con Montessori, Pikler y otros tantos; y de esa búsqueda, nació Mamon.
No es como lo imaginé, es mucho mejor.
Clarisse Pereira