Desde que nace hasta los 6 años un niño desarrolla su lenguaje de forma rápida y eficiente.
Pero el período en el cual esto ocurre de forma más intensa es en los primeros 4 años. A partir de los 4, la mayor parte de lo que viene a ser el lenguaje ya está formado, entonces solamente falta agregar detalles gramaticales y descubrir el mundo mediante las palabras.
Antes de nacer, el niño ya escucha voces humanas, y se familiariza con la voz de la madre. Al nacer va a reconocer esa voz y podemos ver cómo desde la panza ya había comunicación ❤️.
En la primera parte de su vida, el niño no sabe en qué idioma se habla a su alrededor, y es lo mismo que sea Alemán, Francés o Español. Va a aprender cualquier lengua en los próximos 3 años.
Esa flexibilidad lingüística, que deriva de una enorme plasticidad neuronal, disminuye cerca de los 4 meses de edad, cuando los sonidos de la lengua que más escucha empiezan a tener lugares específicos en el cerebro y la introducción de sonidos nuevos se hace más difícil.
Se puede decir que en los primeros 4 años un niño “percibe” cuál es el conjunto de sonidos que va a dominar en los próximos años.
Por supuesto que si a los 6 meses su vida cambia y tiene que aprender otro idioma, esto va a ser posible. Pero va a ser más natural y más fácil que el cerebro absorba todo en los primeros 4 meses de presencia en el mundo.
Antes de que se completen los 4 meses, cerca de los 2 meses, el niño ya empieza a balbucear algunos sonidos. Vocales largas, generalmente “aaa”, “ooo” y otras variantes de este tipo. Estos sonidos que preceden el habla se intensifican con el tiempo y pasan por conjuntos de vocales tipo “ae”, “ai”, y por gritos a veces bastante altos.
Entre los 5 meses y el año el niño arriesga sus primeras sílabas. La mayoría de estas sílabas se componen de consonantes labiales o nasales seguidas de vocales: “pa”, “ba”, “ma”, “na” son algunos de los primeros sonidos. Esto pasa porque gracias a la lactancia los labios fueron entrenados y ahora son fuertes.
Lo mismo le paso a la lengua, así que los próximos sonidos seguramente sean “ta” “da”.
Hasta aproximadamente los 10 meses, sin embargo, ninguna de las sílabas articuladas tiene un significado específico para el niño. La relación entre sonido y significado se hace más clara ahí, un poco antes del primer Añito, y es un momento importantísimo para el niño chiquito que de repente descubre que “todo tiene nombre”.
A partir de ese momento va a empezar a usar las palabras con intención y por ejemplo decir “oia” para decir hola, y “mamá” “papá”, y acá es donde los adultos nos emocionamos porque el niño habló ❤️. Nosotros valorizamos esta primera comprensión básica, la relación entre un símbolo y su significado.
Desde ese momento y hasta que se complete el año o un poco más, el niño va a aprender aproximadamente 6 palabras. Un vocabulario mínimo compuesto por necesidades vitales, nomenclaturas de familiares y una o dos palabras que le llaman la atención. Algo así como, “papá, mamá, aua (agua), nana, tata (teta)”, que van a variar mucho entre cada familia.
De repente, como la magia, empieza a aprender palabras y más palabras, todo el tiempo. Cerca de los 2 años, ya tiene un vocabulario de aproximadamente 50 palabras! Y hasta los seis años va a aprender en promedio una palabra nueva cada 2 horas que esté despierto. Es más que cualquier intensivo de idioma que podamos hacer 😂.
Aún con esta explosión de vocabulario, el lenguaje todavía no está completo.
Para que sea así, va a haber otra explosión, la de la gramática. Un niño entre 2 y 4 años entiende todo lo que nosotros sufrimos para entender en 10 años de inglés particular: pasado, presente, futuro, plural, singular, conjugaciones, preposiciones y conjunciones. Es increíble verlo.
Paula Polk Lillard, en su libro (Montessori from the Start) dice que hay 3 momentos especiales en esta fase del desarrollo del lenguaje que merecen nuestra admiración:
Lo primero es que el niño logra percibir que cuando llamamos a algo por su nombre, nos referimos a la cosa como un todo, no solamente a uno de sus aspectos (por ejemplo auto, es todo el auto y no sólo las ruedas).
Segundo, que hay términos que denotan el conjunto, el niño entiende que cuando decimos “perro” es cualquier perro, no solamente uno específico o una raza específica.
Tercero, se dan cuenta que cuando le damos un nombre a algo que ya tenía nombre antes, nos referimos a ese objeto específicamente y lo diferencia de los otros de su familia, por ejemplo “cuchara de postre”.
Y finalmente es importante que hablemos de 2 cosas.
Primero, es importante hablar con los niños, hablar cerca, nuestra voz es importante, la voz de los adultos va a ser el ambiente que necesita para desarrollar su propio lenguaje. Hablar claramente con el niño, sin cambiar la voz, sin cambiar el tono, sin modificar las palabras hacia un “vocabulario de bebé” o con voz finita. Todas estas cosas le complican la vida, hablar claramente y lentamente ayuda muchísimo a que el bebé pueda cumplir su tarea de autoeducación.
El segundo punto son las pantallas, no ayudan. No sólo no ayudan sino que son un obstáculo importante. El niño no aprende el lenguaje fuera de contexto.
Además ya es desafiante entender la relación entre el sonido y su significado, hacerlo cuando el significado no es parte de la realidad sino de dibujos brillantes que se mueven todo el tiempo lo vuelve confuso.
Y lo peor, cuanto más tiempo pasa con la pantalla, menos tiempo de interacción con nosotros tiene y sobre todo menos tiempo de soledad y silencio para practicar sus propios sonidos.
Hagamos el esfuerzo por no ser obstáculo en su desarrollo.
Facilitemos la enorme tarea que tiene el niño de llevar adelante el avance de la civilización entera a través del desarrollo de su lenguaje.
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